jueves, 3 de noviembre de 2016

Una metáfora poco reveladora

Ensayo argumentativo

Elaborado por: Manuela Muñoz Bocanegra


La vida desde siempre se ha considerado un gran misterio, teniendo como consecuencia la creación de ciertas creencias que se desarrollan de acuerdo al contexto social y cultural en el que nace una persona, como lo es la creencia del destino. Tener la idea de un destino es gratificante para algunos, porque de este modo se tiene la esperanza de que hemos nacido con un objetivo de vida ya escrito, que se encuentra fuera del alcance humano y es algo que inevitablemente debemos de cumplir en un tiempo determinado. Por otro lado se encuentra la idea del destino alterable o modificable, aquel que dice que existe, pero se forma a partir de nuestras acciones, es decir, este destino es una consecuencia de nuestra vida cotidiana. Y por último se encuentran las personas que simplemente no creen en el destino; ciertamente estas personas viven del presente, construyendo su futuro día a día con base en sus acciones e ideas; siendo más libres de los pensamientos preocupantes de un destino ya escrito.
Es por esto que me atrevo a afirmar que existen personas que tienen la creencia del destino inalterable o algunas creen que este se puede modificar con acciones, pero también existen aquellas almas que deambulan por el mundo viviendo del presente. Personalmente creo en el destino modificable, debido a que es más esperanzador creer que ya se tiene un objetivo predestinado, a simplemente creer que no se tiene nada y que nuestras acciones caigan en el vacío del futuro. Vivir conforme a la creencia de un destino, no quiere decir que no se viva del presente; solo quiere decir que se tiene más conciencia a la hora de actuar, para un mejor futuro, sin dejar de lado la verdadera aventura de la vida.
El destino como lo conocemos, es incierto; nadie sabe lo que puede suceder, ni está preparado para ello. Por ejemplo la vida es incierta, hoy vivimos pero al segundo podremos morir; con esto no quiero decir que el destino de todos es morir; antes por el contrario  creo que la muerte no es un destino. Para mí la muerte es un ciclo que debemos de cumplir, como lo es el ciclo de crecer, madurar, reproducirse, entre otros. La vida se basa de ciclos, que debemos de cerrar. Así pues, destino son todas aquellas acciones que facilitan el cierre o apertura de ciclos y oportunidades.
De acuerdo con Giovanni Papini:" El destino no reina sin la complicidad secreta del instinto y de la voluntad". Es lógico pensar que el escritor italiano nos quiso plantear, que el destino, por más predispuesto que ya este, siempre dependerá de nosotros mismos definir un rumbo. Nuestro destino esta compuesto de elecciones; cada elección es una parte de nosotros. Las elecciones que el ser humano va tomando en su vida son con base a su criterio personal. Cada elección tiene una pizca de libertad, más no en su totalidad; puesto que ciertas elecciones están limitadas por las situaciones que nos rodea. En pocas palabras, el destino son pedazos de nuestro ser, que se va creando con base en experiencias buenas o malas.
Podemos concluir, que el concepto destino siempre estará ligado a las creencias que tenga un ser humano; este concepto dependerá de la subjetividad de cada individuo.  Para mí el destino siempre dependerá de las acciones humanas individuales, nunca estando limitada por algo hipotético posiblemente no real. Por otro lado, el destino es aquella metáfora que está en una constante “relación” con la vida, aquella metáfora que simplemente no revela detalles de lo que verdaderamente podría llegar a significar; aquella metáfora que como cualquier metáfora, nos atrae, confunde y absorbe nuestros pensamientos, solo para intentar entenderla; aquella metáfora que siempre será entendida exclusivamente por cada lector.



martes, 1 de noviembre de 2016

“Paz: un concepto y mentalidad que debemos cambiar

Critica a una sociedad
Elaborado por: Manuela Muñoz Bocanegra

Actualmente Colombia se encuentra en una situación un poco  crítica en lo que dicta su tan esperada “paz”, poniendo en duda sus sistemas políticos, sociales y económicos frente al mundo entero. La resolución de esta problemática, podrá definir la imagen de Colombia antes, ahora y después; es por eso de vital importancia que el pueblo colombiano tenga los pies en la tierra y acepte el hecho de que verdaderamente la paz es algo utópico; también es necesario que el sistema político demuestre sus agallas para no dejarse robar y darse su lugar frente a los desmovilizados.
El gobierno colombiano, deberá establecer prioridades. Dentro de estas prioridades cabe aclarar que es necesario poner siempre al pueblo de primero, porque es el pueblo el que tiene el poder y el que sostiene a todo el país, así el mismo no lo reconozca o tal vez aún no se entere.
Durante décadas ha existido el conflicto en diversas magnitudes, trayendo como consecuencia una paz pasajera y vulnerable. Una paz manipuladora, que ha arrasado con imperios en busca de esta. Si Colombia espera la victoria frente a un conflicto entre miles, es necesario que se olvide de la palabra paz, es necesario que cree una idea de un pueblo con problemas, pero capaces de resistirlos, afrontarlos y ser felices en el mismo. No me refiero, ni invito a que Colombia se conforme con lo que tiene y que continúe siendo víctimas, me refiero a que cuando usted tiene un problema tiene dos opciones muy claras: la primera, buscar la solución como un loco maniático del control y al final ahogarse porque ciertamente nada es para siempre ni absoluto; o la segunda, intentar cambiar el problema de a poco, construir todo un pueblo alrededor de este problema y afrontar lo bueno y malo que se venga; es una invitación a crear una Colombia guerrera, fuerte y líder de un problema que tiene en sus manos, mas no que se le sale de sus manos.
El gran problema de la Colombia actual, es que el pueblo ha cedido tanto el poder a la política; que aun así estando el pueblo inconforme frente a algo, “los grandes líderes” simplemente lo ignoran, porque se ha creado la idea de que el poder es aquel que se hace llamar por presidente y con ello se resume a que según el poder está en la vacía política de Colombia. Es necesario un cambio drástico y revolucionario por parte de todo el pueblo, para poder ser escuchado y así los que según tienen el “poder” hagan un cambio, abran sus ojos y se enfoquen en el bien colectivo, sin dejar de lado la realidad.
No podemos dejar como pueblo, que unos tiranos al poder decidan sobre nosotros. Tal vez sea cierto que nosotros mismos los elegimos para representarnos, pero todos cometemos errores, tal vez ellos cambiaron, o tal vez nosotros comimos mucho cuento. Si queremos la paz, aterricemos a la realidad, es lindo soñar que todo algún día será perfecto o que puede volver a ser como antes; pero todos sabemos que las anteriores variables ninguna será posible en la realidad. 
Aceptemos nuestro labor como pueblo conocedor de su poder, revolucionario y diplomático y cambiemos el concepto que se está manejando de la paz, cambiemos el rumbo de los procesos de paz, cambiemos las reglas, ya no seamos más el mismo pueblo, porque si nosotros no cambiamos, el gobierno nos cambiara y simplemente nos convertiremos en una de sus tantas marionetas.